martes, 27 de octubre de 2009

Sobre techos Volados

Sobre techos volados

¿Será esta la noche de invierno que pueda subir a tu departamento y desprenderme de esta angustia que me persigue y dejarla para siempre sobre tu mesita de luz?
Quiero llegar y verte una vez más, estarás recostado sobre el sillón leyendo alguna novela fumando tal vez y que me convides el mismo vino que estás tomando te queda tan bien ese aroma seco y amargo que sale de tu boca y se hunde con el mío como si fuera la primera vez. No vas a reprocharme que llego tarde la niebla intensa en la ciudad nos ha dejado a todos a medio camino, desde el taxi veo la cúpula de tu departamento encendiste todas las luces ojalá no hayas cocinado, no toleraría una cena más. Me prometí ser clara y directa, me sacaría sólo el abrigo, se acabó el tiempo en que nuestras charlas interminables se convertían en borracheras en tu departamento, las mismas que me retuvieron por largas noches sin querer regresar jamás a mi universo, el tuyo sin embargo universo perfecto, de jazz, libros y cine y largas caminatas bajo un cielo frío que te llevan a otro café y a otra librería y a otras bocas a las que besar, tus ojos rendidos en un libro atentos a cada palabra, tu mirada inquieta, tus manos blancas rozando mi piel, han hecho de mí una mujer completamente estúpida y perdida que no puede ni quiere volar a tu lado, tu humor ácido que te identifica no me va a perdonar que te juzgue como voy hacerlo, que te humille con la excusa de que tu libertad y falta de compromiso me alejó lo suficiente como para dejarte por otro.
Subo las escaleras y toco esta pared fría y antigua que me ha visto pasar, apenas me acerco a tu puerta mi estómago es el único culpable de esta interminable ansiedad, desconozco mi mano con este llavero apuntando a la cerradura de tu puerta, mis latidos acelerados están traicionándome estoy nerviosa y no quiero que te des cuenta lo débil que soy.
¿Por qué te pusiste el suéter marrón? ¿Por qué hoy?
Por qué cuándo intento planear una vida sin vos, sin tu maravillosa música, queriendo la seguridad de otro hombre a lo mejor un hombre mayor, que sabrá contenerme, que me dará todo lo que necesito y vos no podés darme, que sabrá comprender que esta angustia es pasajera que el amor que te tengo ya no es amor sino un dolor que me atraviesa para despojarme de todo mi ser y me convierte en un llanto cruel, esos de los que se lloran con la boca abierta.
Por qué me enamoraste con tus palabras académicas susurrándome al oído, ¿ acaso creías que iba a quedarme? que podría dejarlo todo sin pensar siquiera que tu mundo no se detiene ni se divide que vive atado íntegro a la nota de alguna melodía volando sobre estos techos que hoy traiciono para luego arrepentirme.
No me mires así apenas puedo mirarte a los ojos, temo que te acerques demasiado y apoyes tu mano tibia en mi nuca para dejarla por un instante sabiendo que me calma y me consuela, y en ese intento me abraces para que pueda llorar y si supieras que la culpa de todo la tiene tu suéter marrón y este disco que suena y esa vulgar novela la cual estás a punto de terminar.
No quiero que me cuentes sobre tu novela, no me excites más con palabras extrañas, no abras otro vino seré yo quien te escupa la cara con este discurso armado sedienta de todo tu ser.
Dejame ir, abajo me están esperando.

2 comentarios:

  1. ah! el amor...infinito que se transforma todo el tiempo.

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  2. Como dice "El Amenazado" de JLB... el horror de vivir en lo sucesivo.

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