miércoles, 21 de octubre de 2009

Las Damas – Valeria Varela

La voz está muy bien marcada, y muy bien el recurso de definirse por la diferencia. Me gusta eso, todo lo que el personaje haga –en términos de estrategia narrativa- para evitar verbalizar las cosas centrales, ayuda al cuento. Ella se autodefine en la exclusión, en eso que le han quitado desde el gesto mínimo del talco, su identidad, su color.
El cuento tiene su tensión bien manejada hasta que se ciega la mirada, hasta ese momento en que las dos chicas se encierran a jugar, para todos inclusive para nosotros, las perdemos de vista y entonces se produce el desenlace. Ahí es donde el cuento se cae. Creo que tenés que lograr ser más clara en ese momento en que ella sale corriendo. No busques la continuidad en esa frase, no creo que sea necesario. Me parece que el final empieza con ella ya corriendo, segura de haber ganado. Porque vos intentas esa continuidad “debía ganarle… para luego… y no me detuve…”
Yo fijaría el momento de la victoria porque para eso tenés el juego, para eso tenés el tablero de las Damas, una figura puesta en el lugar del asesinato. Así, la ficción es una forma de trocar cosas verdaderas por otras cosas que –sin ser honestas, directas- ocupan el lugar de la realidad.
Respecto del cuchillo, como te dije la otra vez, podrías ponerlo antes. La literatura está hecha de pequeñas bombas que vamos poniendo en el camino y explotan más tarde, cuando casi nos estábamos olvidando.

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