domingo, 13 de septiembre de 2009

Cómo empezar un cuento

Para encontrar el mejor comienzo para un cuento hay que ser Julio Cortazar, o Juan Carlos Onetti. Si usted no es Julio Cortazar, y no tiene los medios legales para engañarme, mas vale que comience por leer algunos consejos que lo acerquen –toda medida de distancia es relativa- a Don Julio, a Abelardo Castillo.

Tomamos, por caso, Bestiario. El 2º cuento de Bestiario, Carta a una señorita en París.
“Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará”
Bien. Póngase ya el sombrero.
Cortazar logra con este principio varias cosas: Nos dice en una sola oración que el narrador esta viviendo en un departamento prestado, que ese departamento tiene además un orden preestablecido. Nos regala la primera estampa de un cuento cuyo sentido último va a ser la destrucción del orden. Es decir, nos muestra el punto cero de la narración. El orden es estratégico.
Elige además el tiempo presente, un presente, en este caso indispensable.
Si recuerdan el final, esta carta termina con el suicidio del narrador, incapaz de sostener ese orden instalado desde el comienzo, en la casa y en la narración.

Pasemos a Circe. Allí el comienzo también es estratégico, funcional.
“Porque ya no ha de importarle, pero esa vez le dolió la coincidencia de los chismes entrecortados, la cara servil de Madre Celeste contándole a Tía Bebé, la incrédula desazón en el gesto de su padre”
Antes que nada advertimos muy rápidamente la intencionalidad de ganar el interés del lector. Hay un chisme que contar, y el lector aun no sabe de qué se trata. Esa incertidumbre, sin embargo, figura acompañada de una oración aun más reveladora: “Porque ya no ha de importarle, pero…” Teniendo en cuenta que Mario (a él se refiere el narrador) va a ser asesinado por Delia, confirmando esos chismes, ese principio es realmente impresionante.

El tercer cuento de Bestiario que nos sirve para el análisis es Las Puertas del Cielo:
“A las ocho vino José María con la noticia, casi sin rodeos me dijo que Celina acababa de morir. Me acuerdo que reparé instantáneamente en la frase, Celina acabando de morirse, un poco como si ella misma hubiese decidido el momento en que eso debía concluir. Era casi de noche y a José María le temblaban los labios al decírmelo”·
El gran logro es entender que lo mejor para el cuento es la instalación de la muerte de Celina. El cuento va a narrar un encuentro entre Mauro, su pareja, Marcelo, su amigo y Celina después de muerta, en un baile. Empezar el cuento después de la muerte le hubiera quitado certeza a esa muerte, empezarla antes hubiera sido innecesario.
Es un ejemplo de un cuento que empieza por su punto MEDIO. Es la historia de lo que pasó después, sólo entendible porque se cuenta además lo que pasó antes.

En relación con la trama, otra posibilidad es olvidar los prolegómenos e ir directo al punto. Onetti.
“Todos habíamos recibido el mismo mensaje, la misma oferta increíble. Y allí estábamos; éramos seis y, claro, él, porque la reunión era en su departamento. Las invitaciones de Charlie, epistolares o telefónicas, nos decían que el viernes, a las siete de la tarde –no quiero estropearles el domingo- empezaré a suicidarme. Sea maldito el que me falle porque no tendrá oportunidad de enmienda. Hay comida abundante, beberaje”
En este cuento, Montaigne, invitacion y situación estan juntas en el prim,er parrafo inicial.
Algo similar hace Onetti en Jabón, en Mascarada, en Gato.


Pasemos a Borges (Jorge Luis). El Muerto.
“Que un hombre del suburbio de Buenos Aires, que un triste compadrito sin mas virtud que la infatuación del coraje, se interne en los desiertos ecuestres de la frontera con Brasil y llegue a capitán de contrabandistas parece de antemano imposible”
El desafío y la hipótesis son las marcas funcionales de este comienzo. En franco diálogo con el lector, en estos principios tan comunes en la literatura Borgeana, se realiza un desafío. Y anticipando parte de la trama, establece una especie de hipótesis que después va a desarrollar.
Repite Borges en otros tantos cuentos este procedimiento, en Juan Muraña, en El Duelo, en El otro Duelo, en El informe de Brodie. No siempre con ese mismo gesto de desafío, pero sin duda con un intento anticipatorio.

Quien ha heredado con mucha maestría el recurso anticipatorio y lo ha llevado hasta su extremo es Abelardo Castillo, que en varios de sus cuentos utiliza ese sistema. Comenzando directamente por el final, pero no por el final de los hechos, sino anticipando la dirección que tomarán.
Ej. En “El Marica”
“Escuchame Cesar, yo no se por donde andarás ahora, pero como me gustaría que leyeras esto, porque hay cosas, palabras que uno lleva mordidas adentro y las lleva toda la vida, hasta que una noche siente que debe escribirlas, decírselas a alguien, porque si no las dice van a seguir ahí, doliendo, clavadas para siempre en la vergüenza. Escuchame”
y en “Hernan”
“Me atrevo a contarlo ahora porque ha pasado el tiempo y porque Hernán, lo sé, aunque haya hecho muchas cosas repulsivas en su vida, nunca podrá olvidarse de ella: la ridícula señorita Eugenia que un día, con la mano en el pecho, abrió grandes los ojos y salió de clase llevándose para siempre su figura lamentable de profesora de literatura que recitaba largamente a Bécquer y, turbada, omitía ciertos párrafos de los clásicos. En los últimos tiempos miraba de soslayo a Hernán”



En fin, lo que me gustaría que quedase claro es que el comienzo de un cuento forma parte de una serie de recursos importantes de un cuentista.
En esa unidad funcional, se empiezan a decidir cuestiones esenciales como son la voz narrativa, el punto de vista, el tiempo de la narración. Y como si eso no alcanzara para atribuirle a los comienzos la importancia que merecen, también en ese primer contacto con los lectores empieza a sentirse el tono de la narración, la cadencia.
¿Hará falta mencionar que lo que haya de contenido en un comienzo marcara también la estrategia narrativa? Es decir, cuando elijamos que cosas van a formar parte del comienzo, desde el punto de vista de los contenidos, estamos marcando cual va a ser nuestra relación con la información, y quizás también con la verdad.

En relación con la trama, pueden dividirse en tres:
Los que comienzan antes de la acción: Procedimiento clásico, no altera el orden cronológico y empieza dando precisiones de tiempo, de lugar, geográficas.
Los que empiezan justo en el comienzo de la acción: ver el ejemplo de Onetti
Los que comienzan por la mitad de la acción: ver el ejemplo de Cortazar en “Las puertas del cielo”, o García Marquez en “Cien años…” aunque no sea un cuento…
Los que comienzan por el final: ver los ejemplos de Castillo.

En relación con la información, pueden ser anticipatorios, establecer teorías o hipótesis que después van a querer demostrar. (El caso de Borges en El muerto)
Pueden ser misteriosos, para generar una expectativa o definitivamente escabrosos para generar una impresión fuerte (como el caso de Poe en La Mascara de la Muerte Roja).

También es común en algunos cuentos de Poe e incluso de Borges, el estilo Enmarcado. Es decir, una explicación previa antecede a los cuentos, relatos que generalmente han sido encontrados en un libro, en una botella, contados de unos a otros, o referidos de casualidad por algún personaje histórico.
En fin, sin duda hay miles de maneras de enfrentarse con un cuento, pero seguro que la funcionalidad de los principios en un cuento es un detalle que vale la pena no subestimar.

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