jueves, 5 de noviembre de 2009

Rio – Valeria Varela

Si me dejo llevar por la belleza de las frases, entonces no sería un buen maestro para vos. Ni para nadie, se entiende.
Creo que el cuento exige del lector un salto desmesurado hacia la interpretación: en mi barrio, socarronamente, lo llamarían especulación. Es decir, quizás encontremos, buscando afanosamente, palabra por palabra, un camino que nos llevara a la interpretación total y acabada de tu idea; como fuera, si hace falta tanto, empiezo a entender la wii. (chiste)
En serio, el retruécano puede estar allí escondido pero yo no lo encuentro, para mí es un relato en donde no hay una crisis puntual.
Lo que haya pasado pasó hace tiempo, y vos estas esquivando ese conflicto poniéndolo lejos de la tensión, quitándole urgencia. Y la urgencia, Varela, lo es todo.
Cuando no hay urgencia uno de los problemas es caer en la revelación como en un hueco, y entonces el cuento es una fábula. No queremos eso. La función poética debe estar siempre del lado de los buenos, y los buenos estamos del lado de la comunicación. Tamaña paradoja no es tal: Borges escribió “estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo”.

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