jueves, 5 de noviembre de 2009

Despertar – Luciana Sierra

Una de las condiciones que la literatura más agradece es la economía. Ojo, no hay que confundir economía con brevedad. Hay cuentos largos y cuentos larguísimos. No es brevedad lo que les pido, no es ni siquiera síntesis –mucho menos- sino economía.
Y economía es no repetir las ideas con palabras y volver a repetirlas con acciones, con pensamientos y con sugerencias.
A ver. Un ejemplo clásico: Nachi se acostó, se tapó con una frazada y miró llover por la ventana. Hacía frío. En la helada noche se podían escuchar los ruidos del puerto, y un tren quebrando en dos la lluvia torrencial.
¿Se tapó con una frazada? Debe ser porque hace frío. ¿El tren quiebra en dos la lluvia? Es porque llueve. ¡la helada noche! Ya lo sabíamos…
Ya se que es una exageración, pero me gustaría que leyeras “Despertar” y trataras de identificar esas duplicaciones, y las subrayes, va a ser un ejercicio muy productivo te lo aseguro.
En los diálogos pasa algo parecido. Hay cosas que por el contexto el lector imagina o repone, y no hace falta que los personajes lo hagan explícito. Una muestra de ello es el pequeño diálogo de Miguel con Lastrange, cuando Lastrange le dice “aquí los esperaré”. Ese gesto, esa demora que sufre el texto no es productiva, no ocurre nada, ni desde la acción ni desde la tensión. ¿Adónde va a ir Lastrange que lleva años allí sentado, esperando?
Todo ello se ve reforzado por el uso de la tercera persona, a la que no le perdonamos esas fallas, mucho menos que a los personajes porque el narrador no puede tener intención, ni secreto, ni estilo, más que acompañando a los personajes en los suyos.
Aunque la corrección haya sido tajante, espero que te sirva de estímulo, ya que has crecido muchísimo en esta nueva etapa, en diferentes aspectos de tu escritura, y este es un paso más.

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